Hay muchas maneras de maquillar los acontecimientos adversos que nos suceden en la vida. Pienso que damos color más intenso a los momentos felices para dejar pasar en tonos más pálidos los otros momentos, los lentos y tristes. Digamos que es la técnica del autoengaño. A veces es muy válida y ayuda a seguir hacia adelante hasta ver si el desengaño estaba bien fundamentado. Otras veces es ganar tiempo para tomar la decisión adecuada al respecto. Sólo unas pocas veces la solución es el cambio de rumbo dejando atrás el lastre del desencanto.
Una manera de hablar con nostros mismos, para medirnos el pulso sobre algún contratiempo concreto, es escribirlo. Cuando escribimos, aunque no queramos, ya estimula algo en nuestro interior. Si además con su lectura conseguimos, que se mueva algo en el interior de los demás ya es como atrapar un bello copo de nieve en la mano y conseguir que no se funda.
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