Tinta/Plumín 20 X 30 cm. Sergio Astorga.

BIENVENIDOS

LA PANTALLA DEL ORDENADOR ES COMO EL INMENSO CIELO A LA ESPERA DE UNA AURORA BOREAL, ES COMO UN ARCO IRIS DE COLORES, COMO UN ECLIPSE O COMO UNA ESTRELLA FUGAZ. A FIN DE CUENTAS ES COMO UN ESPEJO DONDE TE REFLEJAS TÚ Y TUS PENSAMIENTOS. DE ESTA MANERA TE ELEVAS POR ENCIMA DE LOS MISMOS, DEJANDO DE SER PRISIONERO DE ELLOS LLEVÁNDOTE A POSEER UNA ACTITUD MÁS LIBRE CON RESPECTO A LOS DEMÁS, A TI MISMO Y A LA VIDA.

lunes, 28 de junio de 2010

BUENA MADERA

27 de julio de 2009


En julio, cuando las aulas están vacías, la vida en un instituto es más intensa de lo que se piensa. Toca, entre otras cosas, arreglar las huellas, que el paso del curso ha ido dejando. En la distribución de tareas del equipo directivo, como Vicedirectora me tocó avisar y coordinar a los distintos gremios.
En los dos primeros días del mes ya tenía concertada la hora y el día de la visita al instituto, con intención revisar los trabajos y presupuestar si fuera necesario, con el electricista, el pintor, el fontanero, el de la carpintería metálica para alguna persiana, el cristalero y la modista para algún retoque a las cortinas. Para el día 8 había hablado con todos y habíamos concretado ya algunas fechas. ¿Y el carpintero?
El carpintero era difícil de localizar, como bien me habían informado. La carpintería cerrada, llamadas sin respuestas. Al sexto día encuentro la carpintería abierta y en el interior un hombre entrañable, rondando los setenta años y que concluyo que es el padre de nuestro carpintero. Me presento y le comento nuestro interés porque pasen por nuestro centro. Muy amablemente me proporciona una agenda para que yo misma apuntase el mensaje y el número de teléfono. Así lo hice. Me despedí y mientras lo hacía aspiré el olor a carpintería tan familiar para mí. En el aire de una carpintería se mezclan los olores de colas y barnices y por las esquinas, las txirloras junto con las partículas de serrín diseñan, con rebeldía, pequeños montoncitos. Aquel hombre, curtido por el tiempo, me recordó a mí padre. Siempre trabajando duro para ofrecer a sus hijos un buen futuro. Con esos pensamientos volví contenta al instituto pensando que en cuanto leyese mi mensaje llamaría. No ocurrió. Pasaron los días y le llamé de nuevo al taller y al teléfono móvil, pero en vano, debía de tocar trabajo de montar muebles en algún hogar o local.
En la reunión del equipo directivo, sugiero cambiar de carpintería. Me dan un no rotundo y con argumentos. Es la carpintería de toda la vida. Está cerca del instituto. Cuando se le localiza es cumplidor. Trabaja muy bien. No se pasa con los precios. Es buena gente y además conoce el instituto como la palma de su mano…
Sigo persistente en mi empeño y empiezo a pasar por la carpintería, como rutina, todas las mañanas. Por fin una mañana lo encuentro. Le conocía de vista. Moreno, menudo, de gesto afable, sonriente y, a priori, de poca palabra. Apenas le tengo que explicar nada. Es la labor de todos los fines de curso. Quedamos para otro día en el instituto con intención de revisar juntos el listado de trabajos.
Allí estaba. A la hora exacta. Revisamos junquillos, manillas, una puerta que no cerraba, casilleros… Fue apuntando con detalle las medidas y características de cada pieza a arreglar. Llegamos a la biblioteca. Un panel de madera necesitaba una pequeña reparación. Según lo revisaba me comentó, con gesto de satisfacción, que dicha gran pared de madera con una zona acristalada que separa la zona de mesas de estudio con la zona de libros, hacía muchos años que la habían hecho ellos. Reconozco que me ganó con el comentario. Siempre me encantó la distribución de la biblioteca. Me enseñó otros trabajos hechos por él. Fue así como me fui dando cuenta de que una parte de su vida andaba por los rincones de nuestros dos edificios. En ese momento me alegré que no hubiesen tenido en cuenta la sugerencia del cambio de carpintería e incluso me sentí culpable de que se me hubiese pasado por la cabeza.
¿Acaso será verdad el refrán “Buena madera buen oficial espera” ?

Alicia: El relato lo tenía hecho desde que recorrí el instituto con él. Hoy mismo nuestro carpintero se ha pasado toda la mañana en los dos edificios de nuestro centro haciendo un trabajo impecable,como así me habían dicho. El sigiloso y prudente, sus máquinas escandalosas e insolentes.
Hoy por lo tanto me ha parecido el momento preciso para que viese la luz.
Volverá, ha quedado claro que era de palabra, en setiembre. La razón son dos detalles que han surgido sobre la marcha y que necesitan de pedido de material, que dadas las fechas en las que estamos, para este mes es imposible de que llegue.
Un abrazo .
M.Carmen : Creo que nos pasa a todos en esta sociedad tan estresada y estresante.
Vivimos siempre con prisas, queremos todo hecho ya y ahora. La mayoría, entre los que me incluyo, adoptamos la máxima de:”No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
Cuando tenemos un problemas queremos la solución, no entramos en más valoraciones...”el tiempo es oro”y no nos sobra.
Un abrazo.
Maribel: Alicia, ya veo que el trabajo del mes de julio en un instituto es duro, nadie se da una idea. Si no fuera por gente como vosotros...
Has descrito al carpintero de un modo tan literario que yo lo invitaría a pasear por La Nieve, jajaja, y a su padre también, que me ha caído bien.
Un abrazo.
Aster: Gracias, Alicia.
Por un momento he tenido la sensación -qué tontería- de conocer al carpintero;-)
Un abrazo.
Alicia:
Mari Carmen, muy buena la reflexión. Justo es lo que me pasó y nos pasa a menudo. La de oportunidades que nos habremos perdido por las malditas prisas. Menos mal que no fue este el caso.
Maribel, es el mes que más he trabajado de todo el curso. También es verdad que nunca me había relacionado en tan poco tiempo con tantos hombres, ja, ja, ja. La verdad que han respondido muy bien todos, salvado el tema de localizar a nuestro carpintero. Fíjate, estoy segura de que si le invitase a la nieve creo que nos podría sorprender. Para mí ya es un aliado en otro ámbito. No me extraña que el padre te haya caído bien. A mí me pasó lo mismo. Supongo que habrá sido por pertenecer a esa estirpe de trabajadores infatigables a la que ha pertenecido también el mío.
Teniendo en cuenta que es con el que menos he hablado, porque efectivamente tras el diagnostico inicial con él, ha sido el que mejor conocía el centro y no le surgió ninguna duda, Aster, es curioso que me haya resultado el más próximo. Así son las cosas de las relaciones humanas. Acaso haya sido porque ha sido el único que ha ido a lo suyo, sin forzar conversación ni sonrisas que no fuesen las suyas, ni intentar caer bien, porque le avala su trabajo de años y su mirada de complicidad.
De todos los arreglos que tuvo que hacer, el que para mí más significaba era el de la biblioteca. Cuando después de traer la maquinaria le pregunté por donde pensaba empezar, la respuesta fue que por el panel de la biblioteca. Dudé si le había dicho que me encanta nuestra biblioteca o acaso lo adivinó cuando le enseñé el desperfecto.
Increíble lo que me ha dado de sí la historia del carpintero y eso teniendo en cuenta que seguro que me he dejado algún detalle sin contar.
Gracias a los tres por vuestros comentarios tan diferentes que ha hecho que me haya extendido en las respuestas.

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